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lunes, 4 de junio de 2012

La colza, un cultivo con mal nombre, pero con más demanda que oferta

La fabricación de piensos y, sobre todo, de biocarburantes, demandan toda la producción

El cultivo de la colza es común en muchas partes de Europa pero en España su mal nombre y el desconocimiento generalizado entre los agricultores lastra la expansión de una producción con buenas perspectivas de futuro. Más de treinta años después del escándalo provocado por una partida de aceite desnaturalizado, su refinado para alimentación ha sido desterrado en el territorio nacional, pero la fabricación de piensos y, sobre todo, de biocarburantes, demandan toda la producción puesta en el mercado y comprarían más si estuviera a disposición, según coincide el sector. La colza, además, se adapta bien a la rotación de los cultivos, no requiere ningún tipo de maquinaria especial y cuenta con un buen precio, algo que no se puede decir de la mayoría de producciones nacionales.
En la otra cara de la moneda, su cultivo es más delicado que otras oleaginosas, las condiciones climatológicas para su nascencia son más restrictivas y, sobre todo, sigue siendo una desconocida para buena parte del envejecido sector agrario español.
La colza es una planta oleaginosa, y como tal cuenta con precios altos y buenas expectativas de futuro gracias al tirón de la soja, explica el técnico de Cooperativas Agro-alimentarias, Antonio Catón.
El responsable de cereales de ENHE-COAG Navarra, Joseba Etxarte, añade otro punto a favor de este cultivo; la escasa o nula inversión en medios de producción que se necesita para sembrar y cosechar esta planta.
Desde un punto de vista agronómico -destaca el técnico de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) Javier Alejandre-, tiene una raíz que aprovecha los nutrientes de la tierra que los cereales no pueden y también ayuda a estructurar el suelo, por lo que supone un cultivo muy interesante para entrar en las rotaciones.
Por contra, desde los servicios técnicos de la organización agraria Asaja, Gregorio Juárez ha recordado que es un cultivo muy localizado en las zonas del norte de España como Castilla y León o Navarra, ya que sus ciclos vegetativos no se adaptan tan bien a las zonas del sur, lo que dificulta su mayor implantación a nivel nacional.
Uno de los que más han apostado por la colza es la cooperativa castellana ACOR, vinculada tradicionalmente a otro cultivo industrial como es la remolacha azucarera, y que ahora recoge la producción de cerca de una tercera parte de las hectáreas cultivadas en España.
Para el jefe del servicio agronómico y de cultivos de la cooperativa, Esteban Sanz, el Gobierno español debería apostar por un cultivo que aporta mucho en aspectos en los que España es deficitaria como el biodiesel o las proteínas para la elaboración de piensos.
Este hecho, ha añadido, concede margen de crecimiento a la colza y el paso de los años juega a favor de su imagen, ya que las nuevas generaciones apenas han oído hablar de la crisis alimentaria de principios de los años ochenta.
Según ha apuntado Sanz, pese a que se trata de una producción nueva en España y el campo siempre es reticente a las nuevas plantaciones, la rentabilidad de la colza y su buena adaptación a la rotación de cultivos ha logrado que su siembra gane presencia en los planes de los agricultores más profesionalizados.
"Cogemos todo lo que nos traen nuestros socios y los que no son nuestros socios; ahora mismo hay más demanda que oferta y compraríamos más si nos la trajeran", ha remarcado.

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