Las incertidumbres sobre el futuro de China y la
fragilidad de las economías emergentes provocaron una ola de pánico en
las principales bolsas mundiales, que sufrieron los derrumbes más
espectaculares desde la crisis de 2008. Este nuevo "lunes negro" se
desencadenó como un torbellino debido a la hecatombe de la Bolsa de
Shanghai, que perdió 8,5%, mientras que Shenzhen, segunda plaza
financiera del país, retrocedió 7,61%. Los mercados chinos, que
totalizan una capitalización de seis billones de dólares, retrocedieron
de esa forma al nivel que tenían en 2007. La Bolsa de Shanghai, que
había ganado 150% en un año, perdió 40% desde junio. Esos pésimos
resultados arrastraron a los otros grandes mercados bursátiles
asiáticos. La bola de nieve creció en Europa, donde los mercados
vivieron varias horas de verdadero pánico hasta que comenzaron a
serenarse a medida que Wall Street, después de algunos momentos de
pavor, se fue estabilizando en forma progresiva.
Mercados en rojo: las dudas sobre China desatan una ola de pánico global
PARÍS.- Las
incertidumbres sobre el futuro de China y la fragilidad de las economías
emergentes provocaron una ola de pánico en las principales bolsas
mundiales, que sufrieron los derrumbes más espectaculares desde la
crisis de 2008.
Este nuevo "lunes
negro" se desencadenó como un torbellino debido a la hecatombe de la
Bolsa de Shanghai, que perdió 8,5%, mientras que Shenzhen, segunda plaza
financiera del país, retrocedió 7,61%. Los mercados chinos, que
totalizan una capitalización de seis billones de dólares (cifra que
equivale a casi la mitad del PBI nacional), retrocedieron de esa forma
al nivel que tenían en 2007. La Bolsa de Shanghai, que había ganado 150%
en un año, perdió 40% desde junio.
Esos pésimos
resultados arrastraron a los otros grandes mercados bursátiles
asiáticos. La bola de nieve creció en Europa, donde los mercados
vivieron varias horas de verdadero pánico hasta que comenzaron a
serenarse a medida que Wall Street, después de algunos momentos de pavor
al comienzo de las operaciones, se fue estabilizando en forma
progresiva.
De todos modos, la
Bolsa de París, que fue una de las más afectadas, perdió 5,35% después
de haber descendido un 8% al promediar la jornada; Milán se replegó
5,96%; Madrid, 5,01%; Fráncfort, 4,70%; Londres, 4,67%, y Atenas cedió
10,54%.
La tormenta
pareció haberse convertido en un verdadero huracán en los primeros
minutos de la apertura de Wall Street, cuando el índice Dow Jones se
derrumbó 6,6% al comienzo de las operaciones. A su vez, el índice
S&P 500 perdió 4% cuando se abrieron las cotizaciones y el Nasdaq
Composite Index se desplomó 8,8%. Pero al cabo de 15 minutos de
desconcierto, los operadores parecieron recobrar la serenidad.
Finalmente, el Dow Jones perdió 3,58%, el S&P 500 cedió 3,82% y el
Nasdaq se replegó 3,94%.
La rueda de Wall
Street fue no apta para cardíacos. Hasta cinco minutos antes del cierre,
el índice Dow Jones registraba un retroceso de 6,62%.
La sesión,
extremadamente inestable, mantuvo a los operadores con los nervios de
punta. El pico de tensión del índice de volatilidad VIX, conocido como
el "índice del miedo", se mantuvo durante toda la rueda en niveles muy
altos, sin precedente desde enero de 2009, uno de los momentos más
graves de la crisis.
La sensación de
inestabilidad general se agudizó debido a la extrema sensibilidad que
mostraron otros mercados, en particular el del petróleo. El West Texas
Intermediate (WTI), calidad de referencia en el mercado de América del
Norte, se deslizó en un momento hasta 37,75 dólares por barril.
Finalmente cerró a 38,24 dólares (-6,7% en una jornada), su precio más
bajo desde marzo de 2009. El Brent, por su parte, perdió 7,04%, para
cerrar en 42,26 dólares.
"La caída de hoy
no tiene nada que ver con los fundamentales. Todo es consecuencia de la
situación china", interpretó Carsten Fritsch, principal analista del
banco alemán Commerzbank.
El factor
desencadenante de este terremoto fue el recelo que inspira la
posibilidad de un aterrizaje brutal de la economía china y, sobre todo,
el temor de que las autoridades de Pekín pierdan el control de la
situación.
Fragilidades
Además de los
aspectos coyunturales, como la devaluación y el fin de la burbuja
inmobiliaria, las actuales turbulencias chinas han empezado a poner en
evidencia ciertas fragilidades estructurales, estimó el especialista en
inversiones Gao Xiqing.
Los últimos
indicadores son particularmente inquietantes. El comercio exterior cayó
8,3% en julio en ritmo anualizado (-8,5% de exportaciones y -8,1% de las
importaciones) y el mercado inmobiliario retrocedió 10%. En ese
contexto, los expertos no creen que China pueda cumplir con su objetivo
de crecimiento de 7% en 2015. Algunos economistas como el francés
Patrick Artus -jefe del departamento de investigación del banco de
negocios Natixis- estiman que incluso podría ser inferior a 2%.
Los principales
actores del mercado piensan que, si se confirman esas predicciones,
China va reducir fuertemente sus importaciones y, gracias a las
devaluaciones del yuan resueltas a mediados de agosto, adoptará una
actitud más agresiva en sus exportaciones.
Como el principal
consumidor mundial de commodities de alimentación, metales o energía,
una brutal desaceleración de la economía china repercutirá con extrema
violencia en el resto del mundo. En los últimos 10 años, China se
convirtió en el principal mercado para 44 países, contra 10 en 2004,
delante de Estados Unidos (31) y Alemania (21), según un estudio del
centro de investigación TAC Economics, basado en Francia, especializado
en el análisis de riesgo país.
Los más afectados
en caso de una tormenta perfecta -una crisis mayor debido a una
combinación de circunstancias agravantes- serían los países emergentes.
En particular Indonesia, Rusia y Brasil, según TAC.
Los países más
vulnerables por la ralentización del crecimiento chino, en general, son
los productores de materias primas. Ese temor explica la hecatombe que
registraron los mercados de commodities: el aluminio perdió 1%; el
cobre, 2%, y el níquel, 6%. Todos se encuentran en los niveles que
tenían en 2009. El pesimismo general aparece reflejado en uno de los
indicadores más influyentes del mercado, el Bloomberg Commodity Index,
que acumula las evoluciones de 22 materias primas y que cayó a su nivel
más bajo desde agosto de 1999.
Operadores y expertos coinciden además en que las actuales turbulencias se prolongarán durante varios meses.
En una nota
dirigida a los clientes del banco Goldman Sachs, el analista Timothy Moe
y su equipo, especialistas en Asia, pronostican que la situación no va a
mejorar a corto plazo. "Sólo la publicación de indicadores positivos
sobre la economía china podría estabilizar las bolsas y los mercados",
estiman. Los primeros datos, cifrados y despojados de "efectos de
anuncio", serán publicados dentro de dos meses. Y eso a condición de que
sean verosímiles y no estén manipulados, como ocurre con frecuencia en
Pekín.
¿Por qué se desploman los mercados?
Todo empieza con China
La desaceleración
china y la incapacidad de sus gobernantes para llevar calma fue el
detonante de las turbulencias de los últimos días en los mercados. La
economía china está mudando de un modelo basado en las exportaciones que
da síntomas de agotamiento a un modelo más sostenible en el tiempo, y
este proceso tiene impacto directo en toda la economía mundial
Emergentes en apuros
Los países
emergentes fueron las estrellas de los mercados durante la última época,
pero ahora también están sufriendo. En parte por su alta exposición a
la economía china, pero también por otros factores más complejos, como
el encarecimiento del dólar y la baja en los precios del petróleo y las
commodities. La geopolítica también hace su parte: Brasil sufre por la
corrupción, Turquía enfrenta inestabilidad política y el desafío de
Estado Islámico, y Rusia se ve golpeada por las sanciones que le
aplicaron tras la anexión de Crimea
El círculo vicioso del crudo
También tiene
mucho que ver la caída del precio del petróleo: el barril de crudo
Brent, de referencia en Europa, cotiza a menos de 50 dólares desde la
semana pasada y ayer bajó casi otro 5%. Esa rebaja supone una buena
noticia para los consumidores europeos y estadounidenses, pero la caída
general de las commodities se traduce al mismo tiempo en problemas para
los países emergentes exportadores de petróleo. El petróleo baja su
precio por la desaceleración económica y a la vez la baja supone nuevos
problemas para países productores como los de Medio Oriente, América
latina y Rusia
Comercio en baja.
Estados Unidos es
la única gran economía mundial sobre la que no hay dudas de peso. La
Unión Europea sale lentamente de su mayor crisis en décadas y las
principales economías del Viejo Continente siguen sin levantar el vuelo
con fuerza. Y, como ya se señaló, los emergentes sufren su mayor
turbulencia desde hace casi dos décadas. Ante esta debilidad global, el
comercio mundial cae un 3,42% en lo que va del año
Fin de ciclo en EE.UU.
Los inversores
temen también que la Reserva Federal norteamericana cumpla con los
planes de subir las tasas de interés en septiembre y abandone así las
políticas fiscales ultraexpansivas con las que respondió a la crisis
financiera de 2008. Este posible repunte después de siete años de tipos
extremadamente bajos exacerbaría la huida de capitales de mercados
emergentes a Estados Unidos, una tendencia que ya ha quedado demostrada
en el último año.
La Nación – Luisa Corradini
Wall Street no ve una crisis, sino una "corrección"
Los expertos dicen que no habrá una debacle como la de 2008, sino que habrá recuperación
NUEVA YORK.- Fue
un lunes terrorífico, el peor día en los mercados desde los aciagos días
de la debacle financiera de 2008. Pero en Wall Street, por el momento,
llaman a eludir el pánico, mantener la calma y no vender nada: nadie ve
una nueva crisis, sino una "corrección". El mercado, pronostican aquí,
se recuperará.
Con todo, la caída
en picada de las bolsas -el mercado "se pegó un palo tremendo", resumió
un ejecutivo de un fondo de inversión- sembró, cuando menos, inquietud,
y logró cambiar el tono al optimismo que persiste, aún, estoico, en
medio de un verano boreal cargado de cachetazos y números rojos.
"Estamos donde estábamos hace un año. No es que se vino 2008", evaluó a
LA NACION un trader de un banco de inversión.
Mohamed El-Erian,
asesor económico jefe de Allianz y una de las voces más escuchadas de
Wall Street, dijo en una entrevista con Bloomberg que el ajuste del
mercado era "muy desagradable" y que sería profundo, pero que no iba a
"descarrilar la economía". Insistió en una recomendación para los
inversores plasmada en los libros de finanzas: esperar a que pase la
tormenta, sin tocar nada.
Dos informes del
banco de inversión UBS, uno difundido el domingo y el otro, ayer,
mostraban dos tonos distintos, un reflejo del optimismo mucho más cauto
que dejó el "lunes negro", como muchos lo bautizaron. Aun así, en ambos
informes los analistas del banco plasmaron su confianza en que los
mercados se recuperarían y los precios de los activos subirían hacia el
cierre del año. Ayer, no obstante, dijeron que tomaban la venta masiva
"muy seriamente".
"La crisis de 2008
tuvo origen en los mercados desarrollados y un efecto contagio hacia
emergentes. La corrección de los últimos días, que no creemos que hacia
delante se compare en magnitud con la de 2008, tiene su origen en
temores respecto del crecimiento económico en China, con un efecto
contagio a los países desarrollados", distinguió a LA NACION Alejo
Czerwonko, estratega del Chief Investment Office de UBS.
Ahora, las dudas y
los temores están en China. La principal duda: nadie parece saber a
ciencia cierta cuán profunda es la desaceleración del gigante asiático.
"Los indicadores sobre la economía de China son muy sucios", dijo a LA
NACION el ejecutivo de un fondo de Wall Street. "China está
desacelerando más rápido de lo que se esperaba, y no estás teniendo una
aceleración en las economías desarrolladas que te compense. Estados
Unidos va a crecer menos que el año pasado, Japón aceleró un poco y
Europa también, pero no de manera sustancial", agregó.
Pero tampoco él
pensaba en una crisis como la que llevó a Estados Unidos a la peor
recesión desde la Gran Depresión, una caída que terminó arrastrando a la
economía global. "A menos que creas que la economía de China colapsa,
es muy difícil que tengas un 2008", indicó.
A todo esto eso se
suma que la Reserva Federal se apresta a subir las tasas de interés y
poner fin a una era sin precedente de liquidez y dinero barato, algo
que, hasta ayer, se esperaba que ocurriría entre septiembre y diciembre,
y que ahora se especula con que podría postergarse hasta 2016.
Otro factor que
cementaba el optimismo: la confianza en que, si las turbulencias
bursátiles empeoran, los bancos centrales actuarán. "China tiene la
capacidad y la voluntad de adoptar más medidas de política", indicaba
uno de los informes de UBS. Además, los analistas aún confían en el
crecimiento y los fundamentals de las economías desarrolladas, sobre
todo de Estados Unidos.
La Nación - Rafael Mathus Ruiz