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martes, 25 de agosto de 2015

Mercados en rojo: las dudas sobre China desatan una ola de pánico global

Las incertidumbres sobre el futuro de China y la fragilidad de las economías emergentes provocaron una ola de pánico en las principales bolsas mundiales, que sufrieron los derrumbes más espectaculares desde la crisis de 2008. Este nuevo "lunes negro" se desencadenó como un torbellino debido a la hecatombe de la Bolsa de Shanghai, que perdió 8,5%, mientras que Shenzhen, segunda plaza financiera del país, retrocedió 7,61%. Los mercados chinos, que totalizan una capitalización de seis billones de dólares, retrocedieron de esa forma al nivel que tenían en 2007. La Bolsa de Shanghai, que había ganado 150% en un año, perdió 40% desde junio. Esos pésimos resultados arrastraron a los otros grandes mercados bursátiles asiáticos. La bola de nieve creció en Europa, donde los mercados vivieron varias horas de verdadero pánico hasta que comenzaron a serenarse a medida que Wall Street, después de algunos momentos de pavor, se fue estabilizando en forma progresiva.
 
Mercados en rojo: las dudas sobre China desatan una ola de pánico global
PARÍS.- Las incertidumbres sobre el futuro de China y la fragilidad de las economías emergentes provocaron una ola de pánico en las principales bolsas mundiales, que sufrieron los derrumbes más espectaculares desde la crisis de 2008.
Este nuevo "lunes negro" se desencadenó como un torbellino debido a la hecatombe de la Bolsa de Shanghai, que perdió 8,5%, mientras que Shenzhen, segunda plaza financiera del país, retrocedió 7,61%. Los mercados chinos, que totalizan una capitalización de seis billones de dólares (cifra que equivale a casi la mitad del PBI nacional), retrocedieron de esa forma al nivel que tenían en 2007. La Bolsa de Shanghai, que había ganado 150% en un año, perdió 40% desde junio.
Esos pésimos resultados arrastraron a los otros grandes mercados bursátiles asiáticos. La bola de nieve creció en Europa, donde los mercados vivieron varias horas de verdadero pánico hasta que comenzaron a serenarse a medida que Wall Street, después de algunos momentos de pavor al comienzo de las operaciones, se fue estabilizando en forma progresiva.
De todos modos, la Bolsa de París, que fue una de las más afectadas, perdió 5,35% después de haber descendido un 8% al promediar la jornada; Milán se replegó 5,96%; Madrid, 5,01%; Fráncfort, 4,70%; Londres, 4,67%, y Atenas cedió 10,54%.
La tormenta pareció haberse convertido en un verdadero huracán en los primeros minutos de la apertura de Wall Street, cuando el índice Dow Jones se derrumbó 6,6% al comienzo de las operaciones. A su vez, el índice S&P 500 perdió 4% cuando se abrieron las cotizaciones y el Nasdaq Composite Index se desplomó 8,8%. Pero al cabo de 15 minutos de desconcierto, los operadores parecieron recobrar la serenidad. Finalmente, el Dow Jones perdió 3,58%, el S&P 500 cedió 3,82% y el Nasdaq se replegó 3,94%.
La rueda de Wall Street fue no apta para cardíacos. Hasta cinco minutos antes del cierre, el índice Dow Jones registraba un retroceso de 6,62%.
La sesión, extremadamente inestable, mantuvo a los operadores con los nervios de punta. El pico de tensión del índice de volatilidad VIX, conocido como el "índice del miedo", se mantuvo durante toda la rueda en niveles muy altos, sin precedente desde enero de 2009, uno de los momentos más graves de la crisis.
La sensación de inestabilidad general se agudizó debido a la extrema sensibilidad que mostraron otros mercados, en particular el del petróleo. El West Texas Intermediate (WTI), calidad de referencia en el mercado de América del Norte, se deslizó en un momento hasta 37,75 dólares por barril. Finalmente cerró a 38,24 dólares (-6,7% en una jornada), su precio más bajo desde marzo de 2009. El Brent, por su parte, perdió 7,04%, para cerrar en 42,26 dólares.
"La caída de hoy no tiene nada que ver con los fundamentales. Todo es consecuencia de la situación china", interpretó Carsten Fritsch, principal analista del banco alemán Commerzbank.
El factor desencadenante de este terremoto fue el recelo que inspira la posibilidad de un aterrizaje brutal de la economía china y, sobre todo, el temor de que las autoridades de Pekín pierdan el control de la situación.
Fragilidades
Además de los aspectos coyunturales, como la devaluación y el fin de la burbuja inmobiliaria, las actuales turbulencias chinas han empezado a poner en evidencia ciertas fragilidades estructurales, estimó el especialista en inversiones Gao Xiqing.
Los últimos indicadores son particularmente inquietantes. El comercio exterior cayó 8,3% en julio en ritmo anualizado (-8,5% de exportaciones y -8,1% de las importaciones) y el mercado inmobiliario retrocedió 10%. En ese contexto, los expertos no creen que China pueda cumplir con su objetivo de crecimiento de 7% en 2015. Algunos economistas como el francés Patrick Artus -jefe del departamento de investigación del banco de negocios Natixis- estiman que incluso podría ser inferior a 2%.
Los principales actores del mercado piensan que, si se confirman esas predicciones, China va reducir fuertemente sus importaciones y, gracias a las devaluaciones del yuan resueltas a mediados de agosto, adoptará una actitud más agresiva en sus exportaciones.
Como el principal consumidor mundial de commodities de alimentación, metales o energía, una brutal desaceleración de la economía china repercutirá con extrema violencia en el resto del mundo. En los últimos 10 años, China se convirtió en el principal mercado para 44 países, contra 10 en 2004, delante de Estados Unidos (31) y Alemania (21), según un estudio del centro de investigación TAC Economics, basado en Francia, especializado en el análisis de riesgo país.
Los más afectados en caso de una tormenta perfecta -una crisis mayor debido a una combinación de circunstancias agravantes- serían los países emergentes. En particular Indonesia, Rusia y Brasil, según TAC.
Los países más vulnerables por la ralentización del crecimiento chino, en general, son los productores de materias primas. Ese temor explica la hecatombe que registraron los mercados de commodities: el aluminio perdió 1%; el cobre, 2%, y el níquel, 6%. Todos se encuentran en los niveles que tenían en 2009. El pesimismo general aparece reflejado en uno de los indicadores más influyentes del mercado, el Bloomberg Commodity Index, que acumula las evoluciones de 22 materias primas y que cayó a su nivel más bajo desde agosto de 1999.
Operadores y expertos coinciden además en que las actuales turbulencias se prolongarán durante varios meses.
En una nota dirigida a los clientes del banco Goldman Sachs, el analista Timothy Moe y su equipo, especialistas en Asia, pronostican que la situación no va a mejorar a corto plazo. "Sólo la publicación de indicadores positivos sobre la economía china podría estabilizar las bolsas y los mercados", estiman. Los primeros datos, cifrados y despojados de "efectos de anuncio", serán publicados dentro de dos meses. Y eso a condición de que sean verosímiles y no estén manipulados, como ocurre con frecuencia en Pekín.
¿Por qué se desploman los mercados?
Todo empieza con China
La desaceleración china y la incapacidad de sus gobernantes para llevar calma fue el detonante de las turbulencias de los últimos días en los mercados. La economía china está mudando de un modelo basado en las exportaciones que da síntomas de agotamiento a un modelo más sostenible en el tiempo, y este proceso tiene impacto directo en toda la economía mundial
Emergentes en apuros
Los países emergentes fueron las estrellas de los mercados durante la última época, pero ahora también están sufriendo. En parte por su alta exposición a la economía china, pero también por otros factores más complejos, como el encarecimiento del dólar y la baja en los precios del petróleo y las commodities. La geopolítica también hace su parte: Brasil sufre por la corrupción, Turquía enfrenta inestabilidad política y el desafío de Estado Islámico, y Rusia se ve golpeada por las sanciones que le aplicaron tras la anexión de Crimea
El círculo vicioso del crudo
También tiene mucho que ver la caída del precio del petróleo: el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cotiza a menos de 50 dólares desde la semana pasada y ayer bajó casi otro 5%. Esa rebaja supone una buena noticia para los consumidores europeos y estadounidenses, pero la caída general de las commodities se traduce al mismo tiempo en problemas para los países emergentes exportadores de petróleo. El petróleo baja su precio por la desaceleración económica y a la vez la baja supone nuevos problemas para países productores como los de Medio Oriente, América latina y Rusia
Comercio en baja.
Estados Unidos es la única gran economía mundial sobre la que no hay dudas de peso. La Unión Europea sale lentamente de su mayor crisis en décadas y las principales economías del Viejo Continente siguen sin levantar el vuelo con fuerza. Y, como ya se señaló, los emergentes sufren su mayor turbulencia desde hace casi dos décadas. Ante esta debilidad global, el comercio mundial cae un 3,42% en lo que va del año
Fin de ciclo en EE.UU.
Los inversores temen también que la Reserva Federal norteamericana cumpla con los planes de subir las tasas de interés en septiembre y abandone así las políticas fiscales ultraexpansivas con las que respondió a la crisis financiera de 2008. Este posible repunte después de siete años de tipos extremadamente bajos exacerbaría la huida de capitales de mercados emergentes a Estados Unidos, una tendencia que ya ha quedado demostrada en el último año.
La Nación – Luisa Corradini
 
Wall Street no ve una crisis, sino una "corrección"
Los expertos dicen que no habrá una debacle como la de 2008, sino que habrá recuperación
NUEVA YORK.- Fue un lunes terrorífico, el peor día en los mercados desde los aciagos días de la debacle financiera de 2008. Pero en Wall Street, por el momento, llaman a eludir el pánico, mantener la calma y no vender nada: nadie ve una nueva crisis, sino una "corrección". El mercado, pronostican aquí, se recuperará.
Con todo, la caída en picada de las bolsas -el mercado "se pegó un palo tremendo", resumió un ejecutivo de un fondo de inversión- sembró, cuando menos, inquietud, y logró cambiar el tono al optimismo que persiste, aún, estoico, en medio de un verano boreal cargado de cachetazos y números rojos. "Estamos donde estábamos hace un año. No es que se vino 2008", evaluó a LA NACION un trader de un banco de inversión.
Mohamed El-Erian, asesor económico jefe de Allianz y una de las voces más escuchadas de Wall Street, dijo en una entrevista con Bloomberg que el ajuste del mercado era "muy desagradable" y que sería profundo, pero que no iba a "descarrilar la economía". Insistió en una recomendación para los inversores plasmada en los libros de finanzas: esperar a que pase la tormenta, sin tocar nada.
Dos informes del banco de inversión UBS, uno difundido el domingo y el otro, ayer, mostraban dos tonos distintos, un reflejo del optimismo mucho más cauto que dejó el "lunes negro", como muchos lo bautizaron. Aun así, en ambos informes los analistas del banco plasmaron su confianza en que los mercados se recuperarían y los precios de los activos subirían hacia el cierre del año. Ayer, no obstante, dijeron que tomaban la venta masiva "muy seriamente".
"La crisis de 2008 tuvo origen en los mercados desarrollados y un efecto contagio hacia emergentes. La corrección de los últimos días, que no creemos que hacia delante se compare en magnitud con la de 2008, tiene su origen en temores respecto del crecimiento económico en China, con un efecto contagio a los países desarrollados", distinguió a LA NACION Alejo Czerwonko, estratega del Chief Investment Office de UBS.
Ahora, las dudas y los temores están en China. La principal duda: nadie parece saber a ciencia cierta cuán profunda es la desaceleración del gigante asiático. "Los indicadores sobre la economía de China son muy sucios", dijo a LA NACION el ejecutivo de un fondo de Wall Street. "China está desacelerando más rápido de lo que se esperaba, y no estás teniendo una aceleración en las economías desarrolladas que te compense. Estados Unidos va a crecer menos que el año pasado, Japón aceleró un poco y Europa también, pero no de manera sustancial", agregó.
Pero tampoco él pensaba en una crisis como la que llevó a Estados Unidos a la peor recesión desde la Gran Depresión, una caída que terminó arrastrando a la economía global. "A menos que creas que la economía de China colapsa, es muy difícil que tengas un 2008", indicó.
A todo esto eso se suma que la Reserva Federal se apresta a subir las tasas de interés y poner fin a una era sin precedente de liquidez y dinero barato, algo que, hasta ayer, se esperaba que ocurriría entre septiembre y diciembre, y que ahora se especula con que podría postergarse hasta 2016.
Otro factor que cementaba el optimismo: la confianza en que, si las turbulencias bursátiles empeoran, los bancos centrales actuarán. "China tiene la capacidad y la voluntad de adoptar más medidas de política", indicaba uno de los informes de UBS. Además, los analistas aún confían en el crecimiento y los fundamentals de las economías desarrolladas, sobre todo de Estados Unidos.
La Nación - Rafael Mathus Ruiz

Fuente:  Granar

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